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Por un Estado Autónomo sin ONGs
Por un Estado autónomo Lamentablemente estas asociaciones foráneas han construido un monumental edificio ideológico, una taimada estrategia jurídica y una serie de programas encubiertos de capacitación y formación dirigidos a conseguir apoyo incondicional de legisladores, magistrados y administradores públicos en general. En la práctica las ONGs ofenden y quiebran el criterio de conciencia indispensable en los órganos del Estado; por ejemplo, al momento de influir en la Justicia, en la emisión de leyes y resoluciones, y en temas electorales, con el solo propósito de torcer todo aquello para derivarlo a sus intereses.
Pero el problema va más allá, pues este copamiento de las instituciones estatales por las ONGs se extiende incluso al Ministerio Público (Fiscalías) y a la Defensoría del Pueblo. No obstante, respecto a esta última sabemos que con el liderazgo que irradia Beatriz Merino la influencia izquierdista de las ONGs –heredada a lo largo de los últimos cinco años– ha empezado a resquebrajarse.
El Poder Judicial, por ejemplo, por mandato de la Constitución es el encargado de administrar Justicia. Lo hace a través de Juzgados de Paz, Juzgados Especializados en lo Civil, Penal, Laboral, Agrario, del Niño y del Adolescente, las Cortes Superiores, con sus Salas Civiles, Penales, de Trabajo, Mixtas, etc., y la Corte Suprema de Justicia de la República. Para ello el PJ está obligado a cumplir a cabalidad lo prescrito por el inc. 2) del artículo 139º de la Constitución referido a “la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional” y a que nadie puede arrogarse causas pendientes ni interferir en el ejercicio de la función de administrar justicia en nuestro país.
Finalmente resulta patético señalarlo pero –en el extremo de su pretensión de convertir al Estado peruano en títere del intereses económicos foráneos– las ONGs recurren inclusive a la vulgar manipulación de determinados legisladores, funcionarios públicos, jueces, fiscales, etc., aprovechando aquella red que amical o artificialmente –con bolsillos llenos– han hilvanado durante los últimos años entre estratégicos servidores públicos y directivos oenegistas con el fin de conseguir leyes, torcer sentencias y obtener resoluciones del Estado a favor de las causas que patrocinan y defienden las ONGs. |
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