Discurso del Coronel Jorge Salcedo Moron

Hermano Promocional Nos conocimos en ese lejano 31 de Marzo de 1949, llegábamos a la Escuela Militar de Chorrillos pletóricos de entusiasmo, porque nuestros sueños se habían hecho realidad y así como el buen sacerdote se entrega a Dios, nosotros nos estábamos entregando a la Patria para servirla hasta las últimas consecuencias.

Convivimos cuatro años dentro de nuestra Alma Mater sometidos a una férrea preparación militar, física y moral, que muchas veces nos puso en el límite de nuestra resistencia el que pudimos remontar con grandes esfuerzos; es dentro de estas exigencias en las que nos conocimos y nos hermanamos; y te conocimos no sólo como ese cadete dedicado, alegre, deportista y amigo de todos, también descubrimos en ti al proyecto de excelente oficial de Infantería a través de tus actitudes, conductas y acciones, dispuesto siempre a cumplir con las misiones que te asignaban, sin dudas ni murmuraciones y con esa disciplina, audacia y entrega con las que nos forjaron nuestros Instructores. Cuando nos recibimos como Oficiales de Infantería, fuimos enviados a todos los rincones de la República y si bien es cierto dejamos de vernos, nunca perdimos el contacto promocional, ello nos permitió conocer que en los puestos que ibas ocupando, tu desempeño siempre eficiente, era el fiel reflejo de tu formación profesional.

Ya de Teniente antiguo, te casaste con la mujer de tu vida, Aida, formando un hogar digno que supimos apreciar en cada una de nuestras reuniones promocionales; fruto de ese amor lo constituyeron tus hijos María del Carmen, Teodoro Clemente, María del Pilar y María Lourdes a quienes conocimos de niños y vimos crecer en ese crisol familiar que se forjó en base a esa combinación de amor conyugal, amor filial y el amor de hijos que apreciamos las veces que visitamos tu hogar.

En la cúspide de tu carrera, como General de Brigada, en ese Diciembre de 1982, el Gobierno del Presidente Belaunde te encarga la misión de combatir a los terroristas enemigos de la Patria que amenazaban destruir al Estado Peruano y su Sociedad, para, sobre sus cenizas, levantar un Estado Comunista bajo la dictadura del Proletariado, nombrándote como el Primer Jefe Político-Militar de la Zona de Emergencia de Ayacucho, constituyéndote en el punto de partida para lograr la seguridad y democracia que hoy gozan todos los peruanos, incluyendo a todos los infiltrados que hoy atacan a las FF.AA. 

Fuiste feliz al recibir el encargo y te envidiamos, porque habías recibido el honor de luchar por la Patria en peligro, que todo buen militar ansía para sí; lo aceptaste con la seriedad, la profesionalidad y el patriotismo, propios de tu personalidad castrense, no dudaste a pesar de las ventajas que había logrado Sendero Luminoso, después de casi tres años de haber iniciado la Lucha Armada, actuando prácticamente a su libre albedrío terrorista. La Guerra Irregular senderista fue difícil para todos los militares, no por la calidad del enemigo terrorista, sino por la metodología de lucha y tácticas de combate, siempre camuflado dentro de los pobladores y las poblaciones, para tratar de sorprender a las Fuerzas del Orden atacándolas con alevosía y ventaja, usando como ropa de combate el atuendo campesino o el uniforme escolar, empleando a mujeres, ancianos y niños para cubrir a su fuerza de ataque. Es esto lo que generó, a lo largo de toda la guerra, que algunos oficiales, en combate, apresuraran sus apreciaciones, sobredimensionaran sus reacciones y, por la violencia del combate y rapidez de los cambios de situación, tomaran decisiones que comprometieron la seguridad de la población civil que, bajo presión terrorista o por circunstancias del destino, se encontraba en la Zona de Combate; lo cual no tiene ninguna similitud con acciones como La Cantuta, Barrios Altos y mucho menos con el caso de Chile.

Son, esas acciones de combate, las que manipuló mañosamente la comunistoide Comisión de la Verdad y Reconciliación para, valiéndose de los millones de dólares que obtuvo y con la anuencia del Gobierno de Turno, posiblemente comprando conciencias y explotando las necesidades sociales de campesinos en la pobreza y extrema pobreza, lograr vender la idea de la violación sistemática de los DD.HH. como metodología de lucha de las FF.AA., lo que ha servido para, prácticamente, desatar una persecución política contra los Oficiales Jefes de las Unidades que combatieron y destruyeron el aparato militar de Sendero Luminoso y el MRTA.

Y es a ti, General Roberto Clemente Noel y Moral, por tu condición de emblemático primer Jefe Político Militar de Zona de Emergencia, que te erigieron, como el objetivo prioritario, de la maquinaria montada por la izquierda extremista camuflada, ahora de cuello y corbata, infiltrada dentro del Estado, en base a un razonamiento terrorista muy simple; PERSIGUE, ENJUICIA Y ENCARCELA A LA MAYOR CANTIDAD DE OFICIALES QUE LUCHARON CONTRA EL TERRORISMO; PARA QUE, CON ESTE ANTECEDENTE, LOS NUEVOS OFICIALES TENGAN QUE PELEAR CONTRA LOS TERRORISTAS QUE ESTÁN VOLVIENDO A LA LUCHA, FRENTE A DOS NEGRAS ALTERNATIVAS, O MUERES EN COMBATE O SI SOBREVIVES, TE VAS A LA CÁRCEL. General Noel, hermano promocional, contra esto luchaste en los últimos años de tu vida, luchaste por tu honor y por el honor militar mancillado por la Comisión de la Verdad; no te pudieron matar con las armas en los Campos de Combate, no lograron asesinarte cuando dejaste de comandar en el Ejército, como lo hicieron con nuestro promocional General López Albújar, ayer, indirectamente, te asesinaron, a través de esas sucias maniobras políticas, para las cuales no estamos preparados; y lo han hecho con la alevosía y ventaja propia de los terroristas, aprovechando los males de tu salud, la falta de medios para contrarrestar las millonarias campañas de los a láteres del senderismo que conformaron la Comisión de la Verdad y, la desaprensión del pueblo peruano por el que luchaste y estuviste dispuesto a morir. 

Antes de terminar, Roberto Clemente, permíteme recordar una anécdota que te pinta de cuerpo entero; cuando cadetes, en una marcha de 20 kilómetros regresábamos a la Escuela, cuando faltaban dos kilómetros para llegar, ordenan el paso ligero, el promocional que corría en mi delante cargaba sobre sus hombros ese pesado Fusil ametralladora ZB 30; cuando faltaba poco menos de un kilómetro, todos

estábamos muy cansados, peor el que llevaba el ZB 30, de pronto te colocaste a su costado y escuché que le decías ¿cambiamos de armas? se miraron e hicieron el cambio, como respuesta solo escuché un gracias, no hubieron otras palabras, para mi ese silencio fue grandioso.

Hoy, a nombre de la promoción y posiblemente de todos tus camaradas, lleno mi corazón del espíritu de ese promocional y te digo, gracias Roberto Clemente, por el ejemplo de tu lucha indesmayable por tus principios castrenses. Gracias, porque mantuviste tu dignidad de soldado a pesar de todo lo que te hizo la sucia política extremista que incluso, pretendió encarcelarte a pesar de la gravedad de tu salud. 

Gracias por el ejemplo de tu lucha frente a la Comisión de la Verdad que, con todo el poder de sus dólares y todo el poder de su capacidad para hundir a sus enemigos, no pudo doblegar tu espíritu, lo que te ha convertido en el adalid de esta lucha política extremista contra los militares.

Por último gracias Roberto Clemente, porque tu ejemplo será seguido por los oficiales que sigue siendo acosados por acción de la Comisión de la Verdad y porque la fuerza de tu imagen quedará impresa en el corazón de los oficiales jóvenes y los impulsará, en un futuro mediato, con el patriotismo propio de los militares, a luchar, contra ese terrorismo remozado con la ayuda de los gobiernos de este siglo y a pesar de nuevas Comisiones de la Verdad que puedan caer. 

General Roberto Clemente Noel y Moral y hermano promocional, conociéndote como el soldado que eres, sería una blasfemia decirte, descansa en paz, por lo menos hasta que los militares que has dejado en este Perú de tus desvelos, logren, de alguna manera, derrotar militar y políticamente a ese enemigo terrorista que empuña las armas y al terrorista camuflado, de cuello y corbata, infiltrado en los estamentos del Estado; y para ello, necesitamos que, desde donde te encuentres mantengas proyectado, sobre todos los Oficiales de las FF.AA. ese espíritu de lucha, esa entrega, esa profesionalidad y ese amor por la Patria que te caracterizaron en vida.  

Roberto Clemente, hasta que Dios lo disponga.

Jorge Salcedo Moron

03 de mayo del 2002