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martes, 23 de abril de 2024
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Debate sobre las cifras de victimas de la CVR dos años después

Raúl Wiener
 
“Lo que ya no tengo duda es que las 69,280 victimas son insustentables…..”
Las conclusiones y recomendaciones del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) hablaron de 69,280 víctimas. En otras palabras, se triplicó el número inicial de 25 mil. Tan controvertido resultado provino del uso del método estadístico de Ball, que sirve para calcular faltantes en las ciencias naturales, por ejemplo, para calcular el número de anchovetas en el Mar de Grau. Pero la izquierda caviar de la CVR lo hizo porque era lo "políticamente correcto" en ese momento. Y es que, en rigor, no defendían los derechos humanos, sino que estaban trabajando su plataforma política. Con el transcurso del tiempo la verdad se abre paso. Tanto así que el analista Raúl Wiener, un intelectual de izquierda, toma distancia drástica del informe de la CVR. Y es por eso que LA RAZÓN publica este artículo in extenso, no obstante nuestras diferencias, por su valor periodístico y la rigurosa evaluación a la que es sometido el tema que nos ocupa.

Respondiendo a las quejas que oficiales de las Fuerzas Armadas han hecho recientemente respecto de los procesos judiciales que se estarían abriendo contra ellos a partir del contenido del informe final de la Comisión de la Verdad, el ex comisionado Carlos Tapia hizo la siguiente precisión:
"Nosotros solo señalamos 42 casos de violación por parte de efectivos policiales, no más; la cifra que citan es exorbitante. Me parece poco creíble, es exagerado decir que hay mil o hasta dos mil militares procesados por haber transgredido los derechos humanos y todo a causa de nuestras conclusiones finales. Nosotros, incluso, destacamos que 54% de las víctimas murieron a manos de los subversivos".
 
Este párrafo resume una línea constante de razonamiento de la CVR y sus principales voceros, que sostiene que nunca hubo intención de judicializar a los jefes militares antisubversivos y que los casos denunciados por violación de derechos humanos son realmente pocos. Incluso, que la CVR dictaminó que el mayor violador de derechos humanos fue Sendero Luminoso, lo que debería aliviar el malestar de los cuarteles.
 
Hace más de dos años al empezar a comentar el informe expresé que el exceso de cálculo para trabajar la verdad, sacrifica la verdad y la convierte en un proyecto político. Una cosa diferente es que el resultado haya distado de ser convincente para construir una mayoría nacional en torno a sus conclusiones.
 
El informe final de la CVR
 
Apenas algunas semanas después de la presentación del informe de la CVR, planteamos algunas observaciones sobre diversos aspectos de su contenido y nos preguntamos abiertamente si era razonable pasar del antiguo estimado de 25 mil víctimas fatales que obraba en documentos oficiales al dato redondo e inapelable de 69,280 muertos, enunciado como el cálculo más probable por el presidente de la Comisión en su discurso en Palacio de Gobierno, en agosto del 2003.
 
Nuestra ingenuidad fue creer que el informe era un material para reabrir el debate sobre un capítulo especialmente trágico de nuestra historia. Y que era admisible hacer críticas sobre diversos puntos. De pronto descubrí que estaba chocando con la Verdad, pero en mayúsculas. Lo que quería decir es que había un elemento de autoridad detrás de cada tema. Y que había una cantidad de equilibrios construidos en las deliberaciones entre comisionados y asesores, que no podían ser tocadas. Aparentemente, los fines de poner en primer plano el sufrimiento de las personas no combatientes se convertían en un motivo para no contradecir.
 
Un amigo, que fue asesor de la CVR, me dijo alguna vez que en un organismo como éste uno tiene que ser consciente de lo que se puede concordar entre los componentes designados, lo que significa que la verdad es siempre un punto intermedio entre diversas miradas de los hechos. Yo le dije: "Entonces eso no es la verdad. Es un compromiso político”. Mucho más cerrado si se toma en cuenta que solo el general Arias Grazziani hizo constancia do un voto diferenciado, mientras que los demás se han presentado reiteradamente como un grupo compacto que no tiene reservas ni discrepancias.
 
El asunto de las cifras
 
En una actividad escolar a la que fui invitado a finales del 2004 para exponer sobre temas de historia económica, me encontré un día con una dirigente del grupo “Para que no se repita”, que tiene como una de sus funciones principales la difusión pedagógica del informe final de la CVR. En su exposición, la primera idea era que habíamos estado en la ignorancia sobre lo que pasaba en el país y especialmente en los andes, y ni siquiera habíamos sabido que los muertos eran el triple de lo que creíamos. Luego he sabido de intervenciones similares, todas ellas posteriores al debate que sostuvimos sobre este punto. Y junto con ello hemos visto publicaciones, afiches, webs, en los que el número 69,280 se reproduce en caracteres gigantes, como si de esa manera se estuviera afirmando algo que solo los relacionados con la comisión conocen exactamente. Después de todo fue Lerner que varias veces ha reconocido haber ignorado la tragedia de la guerra, mientras ella ocurría- el que lanzó la primicia de que la CVR sabía casi exactamente cuántos peruanos nos faltan por efecto del conflicto armado do los 80-90.
 
Es obvio que hablar de 25 mil muertos, es indicar que en el país hubo de todos modos un desangramiento. El cambio del orden de magnitud puede servir efectivamente para agrandar el horror. Pero también tiene otras aplicaciones: (a) poder decir que este fue el conflicto más sangriento de la historia nacional, por encima de la guerra con Chile; (b) definir que este fue una especie de doble genocidio, donde militares y subversivos habían arrasado a poblaciones distinguibles claramente por sus rasgos étnicos; (c) sostener que en la cuenta original se habría subestimado el número de acciones mortales provocadas por los actores del conflicto pero, sobre todo, se habría desconocido la magnitud de las matanzas perpetradas por Sendero Luminoso.
 
Estas tres conclusiones se poyan en la nueva cifra. Y se convierten en una componente clave del discurso de la verdad. La primera parece apuntada a cambiar la enseñanza de la historia del Perú, sustituyendo el trauma del Pacífico con el que crecieron tantas generaciones por el nuevo trauma de la guerra interna, donde los peruanos nos matamos peor que si estuviéramos bajo invasión extranjera, por querer hacer una revolución autoritaria y por hacer una represión sin respeto por los derechos humanos. No me quepa duda que aquí hay un mensaje que pretende ser educativo, sobre lo que nunca se debe volver a hacer.
 
La segunda es más bien de orden antropológico y pretende que la población de la sierra fue un sujeto pasivo de las fuerzas en pugna, violentado por agentes externos. Para esto sirve muy bien el sentido global de la cifra que no discierne entre combatientes caídos y civiles no participantes afectados, entre muertos en enfrentamientos y víctimas de genocidios y asesinatos selectivos.
 
La CVR se ha cuidado mucho de empatar su observación étnica con el análisis de las fuerzas en pugna. No ha querido ver que Sendero y sus "masas", las rondas y muchos de los militares participantes, eran andinos y comuneros. Y los que murieron, que fueron muchos, suman ahora como "víctimas" de algún exterminio programado y no como expresión de los hondos desencuentros nacionales de los que hablaba Carlos Iván Degregori.
 
La tercera conclusión es quizá la más peliaguda. Conozco de buena fuente parte de los debates al interior de la CVR, sobre la proporción de víctimas asignada a cada "perpetrador", como se les llama a los causantes. Y del interés de algunos en el dato preliminar lanzado por el equipo estadístico a fines del 2002, que podía cambiar el sentido de las responsabilidades. Alguna vez en un debate público Carlos Tapia contó al auditorio que había felicitado a las Fuerzas Armadas por haber bajado su porcentaje de responsabilidad, como si se tratara de un diploma otorgado.
 
Lamentablemente da la impresión que las palmaditas no llegaron a entusiasmar a los uniformados, que eran conscientes que bajo el nuevo porcentaje con sobreestimación de víctimas terminarían de todas maneras cargando con el doble de fallecidos que los que se le imputaban anteriormente y sobre todo tendrían que aceptar que se les diga que provocaron alrededor de 25 mil muertos fuera de combate, pura víctima inocente, de los cuales 13 mil no tienen nombres ni circunstancias especificas de las supuestas muertes.

La cuestión de los nombres
 
Hay una alameda construida en honor de las víctimas, que registra 23 mil nombres pero pretende homenajear a 69,280. Cuando uno pregunta por los demás, le contestan que son los muertos anónimos. Y si buscamos entre las recomendaciones y propuestas alguna estrategia para identificarlos, se encuentra que no existe. La CVR pretende que vivamos con la idea de un 67% de muertos sin referencia específica, de los que nunca vamos a saber nada más.
 
Para justificar esta curiosa circunstancia se dan varias explicaciones: [a) que muchos peruanos no tienen documentos; (b) que hay zonas en las que los investigadores no pueden llegar para recabar información exacta; (c) que el método estadístico de Ball ha sido probado en Yugoslavia y Guatemala.
 
Pero no estamos discutiendo sobre personas indocumentadas o de estimados sobre áreas inaccesibles, sino do un sistema para estimar faltantes de una muestra. Un mecanismo así podría ser, en el mejor de los casos, una aproximación a la verdad y no una evidencia categórica. Pero precisamente al señor Ball lo cuestionan en las anteriores aplicaciones de su método por inflar cifras. Y por crear una base de acusación contra Milosevic en Yugoslavia y Ríos Montt a partir de un dato estadístico. Que estos personajes tengan imagen odiosa, o realmente hayan cometido graves violaciones de derechos humanos, no sostiene los datos. Y, sin embargo, es cierto que a Milosevic lo juzgan en La Haya por el "genocidio", descrito por Ball, mientras que el otro conserva el poder desde el Congreso guatemalteco, riéndose de las estadísticas con las que Estados Unidos trató de lavar años de colaboración con la dictadura.
 
Es bueno saber que en el proceso de levantamiento de información, la CVR no solo obtuvo casos con nombre propio y ubicación específica, sino también otros que señalaban una identificación no comprobada y finalmente algunos puramente referenciales (así se señalaba, por ejemplo, la persona que se dice murió al otro lado del río antes de la incursión en la comunidad, que es un típico caso sin nombre pero referido en forma bastante específica). Las fichas que con mucho y meritorio trabajo llenaron jóvenes investigadores de la comisión señalaban estas distintas certezas sobre los datos existentes, y diversos elementos adicionales de información: por ejemplo, si se trataba do un probable senderista, un rondero o un militar. Algunas víctimas fueron antes de serlo, victimarios. Y eso también estaba en las fichas. Si la estadística al final resolvió todo, debe ser porque se quería una información y no otra.
 
El método de Ball
 
¿Cuál es el error de fondo? Hugo Ñopo ha explicado que se trata de un sistema utilizado para estudios de las ciencias naturales. Por ejemplo, si de un cardumen de peces se toman varias muestras en momentos sucesivos, marcando los peces que son recogidos y vueltos a echar al mar, se asume que a mayor repetición de las marcas menor será el número de no registrados; y que a más fuerte dispersión, más grande el tamaño del faltante. Trasladado a fenómenos sociales, el método supondría la repetición de eventos. Si tengo un número de casos que se dispersa, el supuesto es que hay muchos más de los que no se tiene noticia. Es decir, varias veces masacres de un tipo determinado, asesinatos, etc.
 
Si la muestra contiene Accomarca, Cayara, Lucanamarca, asháninkas, Oreja de Perro y otros hechos de estas dimensiones. ¿Puede suponerse acaso que hubo eventos equivalentes de los que no se sepa y que expliquen los casi cincuenta mil muertos adicionales que apuntan las estadísticas? Si tengo datos de una mayor parte de Ayacucho, Huancavelica. Apurímac, ¿puedo suponer que en otras zonas y otros departamentos se repiten las cifras que ya tengo? No encuentro ningún asidero para sostener eso. Pero el método se afirma en esa premisa. De que en la información que nos facilita vuelven a estar presentes los factores que ya conocemos, como en las ciencias naturales.
 
El asunto, sin embargo, empeora si se dispone de varias fuentes y los elementos de la información aparecen en unas y no en otras. Esto será leído como una prueba de que hay aún más casos ocultos de los que no sabemos. Ya no duplicamos, sino triplicamos, como pasa con la CVR. Efectivamente, antes de los estudios de la comisión se estimaban alrededor de 25 mil muertos, pero se tenían registrados a más o menos 14 mil casos. La CVR llegó a contar 17 mil, pero de éstos casi 7 mil eran nuevos o no registrados por la Defensoría, el Ministerio Público o la Coordinadora de Derechos Humanos. Ciertamente ninguno de estos registros tenía finalidad estadística, solo dejaban constancia de casos denunciados. Pueden suponerse diversas razones para no denunciar. La CVR opina que debe haberse debido en su gran mayoría a intimidación senderista. lo que explicaría el cambio de responsabilidades. Pero no debe haber sido nada fácil acusar al Comando Político Militar cuando era todopoderoso. Mientras que ahora parece mucho más fácil imputar las muertes a la subversión vencida que a las fuerzas victoriosas que además ofrecen reparaciones generales.
 
Consolidando los registros se pudo tener alrededor de 24 mil muertos más o menos ciertos. Y la pregunta inmediata era ¿cuál debería ser la nueva proyección, digamos probable? 30 mil. 35 mil? ¿Qué pasaría si se hiciera un nuevo levantamiento tipo CVR? ¿Se puede intuir que sería aún una cantidad mayor de nuevos que los que encontró la CVR o empezaría el descenso? ¿Cuánto más podríamos acercarnos al número real? Ball tenía la respuesta. No se necesitaba ninguna investigación ampliatoria. Bastaba suponer que el alto número de casos nuevos detectados era una prueba de que estábamos ante una gran dispersión. Es decir, que si ahora salían 7 mil más, seguro que en nuevos estudios saldrían 20 mil o 30 mil adicionales. Y a eso apunta su formula.
 
El censo del PAR
 
En un artículo de respuesta a los críticos de las cifras de víctimas mortales de la CVR, Carlos Tapia ha presentado un argumento inesperado. De acuerdo con los resultados del censo del Programa de Apoyo al Repoblamiento, realizado en zonas de violencia, el balance de victimas mortales declarado por los entrevistados serian consistente con lo dicho por el informe final de la CVR. En otras palabras, las críticas históricas, metodológicas y políticas al famoso 69,280 se caerían por el centro si se hace un censo entre afectados y los valores son casi los mismos.
 
Leyendo la nota recordé, sin embargo, que en la misma presentación en la que Tapia felicitó a las Fuerzas Armadas, por haber conseguido una nota aprobatoria de la CVR, también añadió que el Mimdes (Ministerio de la Mujer) estaba preparando un censo que demostraría que la CVR se había quedado chica estimando los muertos, porque habrían otros 23 mil adicionales a los 70 mil de Ball. El censo del que hablaba es el del PAR, del que sólo él ha tomado nota como evidencia de parte. Hay muchas observaciones a los resultados del Censo del PAR y el propio Tapia resume que su cobertura no habría alcanzado sino la mitad del territorio previsto, de donde deduce que la cifra obtenida se debe duplicar. Lindo método de cazar con la cifra de la CVR.
 
Chungui
 
En octubre del 2002 hay un análisis de los efectos de la formula de Ball a una población concreta, Chungui. Tenía los datos del censo realizado por Cedap, que determinó en un largo trabajo de campo que en este distrito se habían producido 982 muertos y desapariciones, sobre una población de 4,400 habitantes. Y la información de la CVR que indicaba 619 muertos, de los cuales 258 estaban en los dos registros y 361 eran nuevos. Esto quería decir que se tenían 1,343 casos identificadas. Y que seguramente si se fuese a hacer un tercer estudio, el dato se afinaría aún más pero de ninguna manera daría lugar a un gran salto.
 
Sin embargo, el método de Ball sí haría brincar las estadísticas. La formula N= AxB/C (donde N es el universo total, A la primera fuente, B la segunda fuente y C los registros repetidos (aplicación simplificada para dos fuentes)), daría la siguiente equivalencia N=982x619/258, que significa N=2,356. En el registro de nombres teníamos 30% de muertos sobre la población total, lo que hace de Chungui el Distrito con mayores pérdidas proporcionales al número de sus habitantes. Pero en la estimación con el ESM (Sistema de Estimación Múltiple, de Ball) se llega a 54% de fallecidos, lo que está lejos de la verdad, según se puede probar con una simple visita a la zona. Falta saber a qué dato llega el Censo del PAR en el distrito. Y éste asciende a 1,641 muertos informados por los declarantes, 37% sobre la población total. Es decir, si vamos a hablar de congruencias, deberíamos tener más cuidado. Incluso el censo discutible de los amigos de Carlos Tapia no le otorga fácilmente la razón.

Un extraño analista
 
En el artículo del ex comisionado Tapia del diario La República hay un párrafo en el que se clasifica a los críticos de las cifras de la CVR de la siguiente manera:
"En este cuestionamiento, curiosamente, coinciden desde algunos militares en retiro, otros extraños analistas que consideran que el IF de la CVR sirvió para favorecer a los militares y hasta connotados cabecillas terroristas”.
 
Tal parece que entre los militares y terroristas, a mí, al señor Ñopo y a otros por el estilo, nos toca entrar a la categoría de "extraños". No es que seamos unos ET incomprendidos. Es que para el famoso senderólogo debe ser difícil entender a personas que estén interesadas legítimamente en la verdad histórica sin maquillajes y sin negociación. Si no somos militares en retiro que hablan por la herida ni senderistas que trabajan estrategias para ir sacando sus cuadros de prisión, por qué no nos alineamos con la CVR, condenando a los dos demonios y olvidándonos de la discusión sobre las cifras, que puede terminar debilitando la credibilidad.
 
Es extraña, sin duda, la opinión independiente en un país donde siempre se transa en asuntos de principios y se subordina verdad a utilidad. Imagino que a eso se refiere. Muchas veces traté de convencer a mis amigos de la izquierda que había que leer el informe final y saludar sus aspectos positivos, pero no eludir los temas controversiales. En particular, el propio balance que se hace de la intervención de la izquierda en esas circunstancias trágicas. Pero la línea de los partidos fue actuar de manera políticamente correcta, es decir, no contradecir. Eso también incrementa la extrañeza. Bueno, habrá que caminar con ello. Lo que ya no tengo duda es que los 69,280 son insustentables y deberían ser materia de una reformulación.
 
29 de setiembre del 2005
Diario La Razón

 
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